miércoles, diciembre 07, 2005

El chisme: patrimonio de la humanidad

¿Quién de nosotros no ha escuchado alguna vez un chisme?, y ¿quién de nosotros no ha contado alguno? Bastaría un breve recorrido por la historia para darse cuenta de que el chisme ha formado parte del acervo cultural de la humanidad desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer.

¿No será acaso un chisme lo que le dijo la astuta serpiente a la ingenua Eva sobre la dichosa manzana, para apartarla de su destino bienaventurado? ¿Y qué tal la información precisa suministrada por Judas al Sanedrín sobre los movimientos de su maestro, para lograr su captura y enjuiciamiento? ¿Cómo llamar a esos secreticos de cama, tan utilizados por espías como James Bond, para obtener datos útiles de las amantes ilusas sobre sus ilustres esposos? ¿Cómo es posible que los medios de comunicación se enteren de las leyes aprobadas en el Congreso o las sentencias emanadas de las Cortes, antes de que sean oficialmente publicadas?

En fin, podríamos explayarnos en ejemplos interminables, pero no llegar a respuestas contundentes. Lo que realmente importa es averiguar cuál es ese atractivo que hace del chisme algo tan despreciable y tan apetecido a la vez. Quienes lo defienden lo visten de noticia; quienes lo condenan lo disfrazan de mentira, embuste o patraña. Pero unos y otros lo utilizan para su beneficio cuando les conviene. ¿Qué hay de poder, pasión, lujuria o simple curiosidad detrás de un chisme? ¿Qué siente el que lo cuenta? ¿Qué el que lo escucha? ¿Será viable una actitud maniquea ante una realidad que nos atropella con evidente realismo? Una cosa es cierta: queramos o no, el chisme nos toca a todos.

Comencemos por entender qué es realmente un chisme, sin detenernos en juicios de valor. Algunos lo identifican sin más con una noticia y le conceden valor informativo. De hecho, la mayoría de noticieros de televisión en Colombia y el mundo dedican una sección de su formato – bastante extensa, por cierto – a temas de farándula que, para algunos, no tienen mayor relevancia, toda vez que se trata de nimiedades de la vida privada de los personajes públicos, no necesariamente ajustadas a la verdad. Y es precisamente el tema de la relevancia y la veracidad lo que distingue al chisme de la noticia.

Según la Real Academia de la Lengua Española, el chisme es una noticia, verdadera o falsa de poca importancia que generalmente pretende indisponer a unas personas con otras. La noticia en cambio tiene que ser por definición cierta, es un hecho divulgado, y cae más en el ámbito del conocimiento... Ahí está el detalle: El chisme es entretenimiento y la noticia información[1].

Sin embargo, éstos no son elementos absolutos y objetivos que se puedan señalar siempre con precisión. A veces, lo que comienza como chisme termina como noticia por las connotaciones que adquiere a lo largo de su desarrollo; pero también sucede que lo que empieza como noticia se transforma en chisme, cuando pierde su contenido informativo y se limita a satisfacer el morbo de los curiosos. De ahí que el destino del chisme está marcado en cada caso por sus rasgos específicos: cuando falta a la verdad se vuelve calumnia; cuando carece de relevancia no pasa de frivolidad; cuando está dirigido a indisponer a unas personas contra otras se convierte en intriga.

Como se ve, el chisme puede degenerar en mil formas de aberración de la comunicación social y atentar contra valores arraigados en las sociedades. Por lo menos desde este punto de vista lo percibe Genara Castillo Córdova[2], docente de la Universidad de Piura, quien enumera una larga lista de modos en que el chisme puede atentar contra la virtud de la justicia y la vida en sociedad, tales como la murmuración, la difamación, la calumnia, la injuria y la sospecha. En la misma dirección apuntan las medidas tomada por el alcalde del municipio colombiano de Icononzo, quien en mayo de 2005 prohibió el chisme so pena de cárcel y multas que van hasta los 1.600 dólares. El alcalde sustentó su decisión diciendo que el chisme y las habladurías atentan contra la convivencia y la honra ciudadana[3].

Pero no todos piensan así. Según recientes investigaciones en el campo de la psicología, existe una categoría que se podría catalogar como “chismes blancos”, los cuales consisten en comentarios de todo tipo, sin el afán de dañar a nadie, que las personas comparten cuando se encuentran para tomar el tinto durante el descanso del trabajo, o cuando se reúnen en el colegio, la universidad o la oficina después de las vacaciones. Es una forma de ponerse al día en los últimos acontecimientos, la mayoría de las veces por simple curiosidad, pues no se trata de cosas trascendentales para la propia vida. Incluso, algunos afirman que la sensación que se experimenta al contar un chisme o enterarse de uno es benéfica para la salud.

Al parecer, el fenómeno de chismear también les ha tomado tiempo y atención a los científicos, quienes recién anunciaron que el chisme estimula la producción de endorfinas y el sistema inmune, de tal manera que libera el estrés[4].

Por otro lado, el chisme, cuando no tiene la intención de perjudicar a nadie, cumple una función social terapéutica muy importante, pues permite establecer lazos afectivos muy fuertes entre las personas. ¿Qué hay más sabroso que sentarse con los amigos a tomar una copa y “arreglar el mundo”, ventilando los asuntos de la política o el deporte? ¿Qué mujer es más feliz haciendo los oficios de la casa que aquella que ve pasar las horas de la tarde en el lavadero “comadreando” con las vecinas? Nadie se salva: son chismosos los vigilantes de los edificios cuando le cuentan al dueño de un apartamento lo que hizo el inquilino del frente; son chismosos los estudiantes “sapos” que le cuentan al profesor cuando un compañero está haciendo copia en un examen; son chismosos los altos ejecutivos cuando revelan los secretos comerciales de sus empresas a cambio de un mejor puesto en otro lugar; son chismosas las secretarias cuando le cuentan a las esposas las andanzas “non sanctas” de sus maridos con las otras secretarias.

Todos, sin duda, hemos vivenciado esa extraña sensación de poder que nos invade cuando poseemos una información que otros quisieran tener y no lo consiguen. Saber que podemos sacar de la ignorancia a otros nos hace poderosos; pero en cuanto “soltamos la lengua” perdemos el poder. Ya no hay nada único en nosotros, ya no hay ese algo especial que nos hacía apetecidos, somos parte del montón, no le interesamos a esa inmensa masa de gente hambrienta de chisme. Necesitamos una nueva información “calientita” que nos haga poderosos de nuevo. Pero hay otro tipo de poder que nos da el chisme: algo parecido a lujuria. Saber de los otros algo íntimo produce un efecto casi narcótico, nos embelesa, sentimos que le poseemos, que es vulnerable y podemos manipularlo; que debe ceder a nuestro chantaje. Sí, la información es poder; y el chisme, una manera de transmitir ese poder. Es por eso que es tan difícil resistir la tentación de contar lo que nos contaron. Todos queremos sentirnos poderosos, aunque sea por un momento.

¿Y qué decir de la dinámica del chisme? Es lo más asombroso que he conocido. Es la paradoja de la vida. Es, en una palabra, la forma como algo secreto deja de serlo sin que haya culpables. Tendríamos que ir al origen mismo de la información para descubrir la dinámica del chisme. Termina la junta directiva en la que se decide liquidar la empresa. ¡Es una bomba! Cambiará la vida de miles de empleados. El gerente de ventas no puede esperar hasta el almuerzo para contárselo a la jefa de contabilidad, su amiga íntima. Pero sólo a ella, a nadie más, porque es algo privado. Pero resulta que la jefa de contabilidad también tiene un amigo íntimo (demasiado íntimo) – el mensajero. Al caer la tarde también lo sabe la secretaria de presidencia, que es amiga íntima del mensajero, el auditor de sistemas, que es amigo íntimo de la secretaria, ... Es decir, lo sabe todo el personal de la empresa. A primera hora del día siguiente: ¡Huelga! El sindicato también se enteró. Y en menos de 10 días la empresa ya no se liquida: simplemente quebró. Todos sin trabajo, y sin liquidación. Pero nadie tuvo la culpa. Esa es la dinámica del chisme.

Ahora bien, es “vox populi” que las mujeres son más chismosas que los hombres. Pero cabría preguntarse, como lo hace el psiquiatra José Posada-Villa[5], si esto es así o sucede más bien que ellos son más discretos que ellas a la hora de “descuerar” del prójimo, o se ocupan de comentar temas más relevantes. Si volvemos a la escena del paraíso, ¿quién es más chismoso: la serpiente, que le contó a la mujer las intenciones “egoístas” de Dios; Eva, que se lo comunicó a su marido; o Adán, que la sindicó ante la presencia del Señor? ¡Ah! ¡Cuántos imperios han caído por las intrigas de las mujeres! ¡Y cuántos por las intrigas de los hombres! Bastaría recorrer la historia del Imperio Romano para deleitarse contemplando conspiraciones, envenenamientos, traiciones, confusiones; todo originado en la capacidad comunicativa del ser humano con unos fines bien precisos.

Pero también, ¡cuántas guerras se han ganado gracias a la habilidad de las mujeres para obtener la información de la propia boca de los generales, aprovechando momentos de efervescencia y calor!; ¡y cuántas más han tenido final feliz para los vencedores gracias al trabajo silencioso y sutil de los espías! Una mirada rápida a los escenarios de la Segunda Guerra Mundial nos pondría cara a cara con los “viejitos” que día a día recorrían con su aspecto inocente las costas de la Francia ocupada, para contar los ladrillos que los nazis colocaban en los muros de contención a la espera del desembarco aliado; información que luego pasaban a la resistencia para estudiar los puntos débiles del enemigo[6].

No nos digamos mentiras: los hombres somos tan chismosos como las mujeres, pero nos cuesta admitirlo, por vanidad, por orgullo, por complejo, o por lo que sea. En todo caso, es imposible vivir sin hablar de los demás; sea que hablemos bien o mal, siempre terminamos hablando de los demás. Si el equipo del alma perdió el partido de fútbol, hablaremos mal del árbitro que lo dirigió o del jugador que erró el “penalty”; si la economía va mal, hablaremos pestes del presidente o de los banqueros; si la villana de la telenovela conquista al galán de turno, hablaremos con compasión de la atribulada doncella que tendrá que sufrir veinte capítulos más para recuperar a su amado. No tenemos más remedio que hablar de los demás porque de lo contrario la vida se volverá aburrida, pesada y monótona. ¡Qué tal que sólo habláramos de nosotros mismos! Bien lo resume Alejandro Dolina cuando dice:

Chismes. Todos son chismes. Nuestra vida está llena de chismes y no es tan malo. El señor Kissinger tiene una esposa joven. Rousseau ejerció la profesión de canfinflero. El zaguero Passarella juega bien al billar. Einstein tocaba el violín. Estas murmuraciones no nos hacen odiar a estos personajes. Mas bien nos acercan y nos hacen percibir su humana y pecadora dimensión[7].

¿Qué nos queda? ¿Lamentarnos de nuestra triste condición humana? ¿Hacer el propósito inaccesible de no volver a hablar bien ni mal de nadie? ¿Privarnos de uno de nuestros activos fijos más arraigados, como es la comunicación? ¡De ninguna manera! Jesús no llegó hasta la cruz guardando silencio ante las injusticias, sino denunciando el pecado allí donde éste se encontrara. Los apóstoles no se enteraron de la resurrección de su maestro por conocimiento infuso, sino porque María Magdalena corrió a tiempo con el chisme. La flota norteamericana del Pacífico no se hundió en Pearl Harbor por falta de armamento, sino porque el telegrama que daba aviso del ataque se quedó guardado en escritorio. Aceptémoslo: el mundo vive del chisme, el mundo necesita del chisme; el chisme es una forma de comunicación de la que ninguno estamos exentos. La cuestión moral dejémosela a los profesores de ética o a los maestros de religión, para que ellos nos digan cómo disfrutar el dulce sabor del chisme sin amargarle la vida a nadie.

[1] OMAYA SOSA, Pascual. El chisme como noticia y la noticia como chisme. En: www.asppro.org. Consultado el 1 de diciembre de 2005.
[2] Cf. Al chisme dile ¡No! En: Boletín desdelcampus No. 131. Agosto 2004. Universidad de Piura (www.udep.edu.pe). Consultado el 1 de diciembre de 2005.
[3] Cf. Prohibido el chisme. En: www.news.bbc.co.uk. Consultado el 1 de diciembre de 2005.
[4] ROSALES, Auxiliadora. El lado blanco del chisme. En: www.laprensa.com. Consultado el 3 de diciembre de 2005.
[5] Cf. El chisme es bueno para la salud. En: www.eltiempo.com. Consultado el 3 de diciembre de 2005.
[6] Cf. URIBE, Diana. Historias del mundo. En: Radio Caracol, Bogotá, Colombia.
[7] DOLINA, Alejandro. Vindicación del chisme. En: www.ubik.com.ar. Consultado el 3 de diciembre de 2005.

miércoles, noviembre 30, 2005

Reseña: El misterio hecho novela


Vida y misterio de Jesús de Nazaret
José Luis Martín Descalzo
Ediciones Sígueme, Salamanca, 1989.
1307 págs.



¿Quién de nosotros no se ha lamentado alguna vez por no poder encontrar en el evangelio más detalles sobre la vida íntima de Jesús? La razón de tanta parquedad – nos dicen – es que su objetivo no es histórico sino teológico. Pero, ¡cómo disfrutaríamos recorriendo los senderos de Palestina desde los ojos del maestro itinerante, dialogando cara a cara con la samaritana o sintiendo en el propio pecho la agonía de Getsemaní!

Pues bien, José Luis Martín Descalzo nos ofrece ahora esa posibilidad: en la tranquilidad de nuestro sofá podremos sumergirnos, a través de esta novela, en las profundidades del misterio del hombre que partió la historia de la humanidad en dos para siempre. Apasionante y reveladora, reproduce con fidelidad el estilo dulce y enigmático al que nos tiene acostumbrados el autor español.

Vidas de Jesús se han escrito muchas, pero hay algo especial en la obra de Martín Descalzo. Tal vez es el lenguaje, una mezcla entre lo coloquial y lo científico; tal vez el estilo, una narración fresca y cautivadora; tal vez los escenarios, auténticos y llenos de naturalidad. En todo caso, el lector, a medida que se adentra en el texto, se siente cada vez más identificado con una historia que, de alguna manera, se convierte en la suya propia. Los personajes, cargados de sensibilidad y realidad histórica, lejos de escenificar simples episodios del relato sagrado, se transforman en interlocutores actuales que cuestionan al lector sobre su propia vida y le obligan a plantearse preguntas definitivas sobre su actitud de fe.

En fin, a medida que pasan las páginas, que no son pocas, la historia se vuelve misterio, y el misterio novela; novela con un final trágico que, aunque conocido, no por ello es menos inesperado. Por eso, no es un manual de piedad popular, pero tampoco un tratado de cristología escolástica; es, más bien, un recorrido por el laberinto de la personalidad de Jesús de Nazaret, con marcados rasgos psicológicos y datos históricos, geográficos y sociopolíticos de incalculable valor para el diálogo entre ciencia y fe.

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mc 8,27) Hace dos mil años un hombre formuló esta pregunta a un grupo de amigos. Y la historia no ha terminado aún de responderla [...] Este libro que tienes en tus manos, es, simplemente, lector, el testimonio de un hombre como tú, que lleva cincuenta años tratando de acercarse a su persona. Y que un día se sienta a la máquina – como quien cumple un deber – para contarte lo poco que de él ha aprendido” (P. 11).

Desde una pregunta existencial y sensata, que no acaba de encontrar respuesta, somos conducidos a una aventura que deleitará hasta la última de sus páginas a quien se tome el tiempo de leer la primera.

Ahora bien, el único sinsabor que me queda es no poder ahondar en las innumerables citas de escritores, sobre todo españoles, que incluye el autor, toda vez que se abstiene de proporcionar las notas bibliográficas. Tal vez con la intención de obligarnos a leerlos por completo, como él lo hizo. Parece que quiere dejar la puerta abierta a quienes se acercan al Jesús de la historia por algo más que curiosidad.

viernes, octubre 28, 2005

Panel de ecumenismo y diálogo interreligioso


El 27 de octubre de 2005 se realizó en el Seminario Mayor Teologado de los padres Agustinos Recoletos en Bogotá el I Panel de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso, con la participación de representantes de las siguientes confesiones religiosas:


  • Iglesia católica
  • Iglesia ortodoxa
  • Comunión anglicana
  • Iglesia luterana
  • Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días (mormones)
  • Budismo
Si deseas conocer las memorias y conclusiones de este evento, puedes ponerte en contacto conmigo en javiergonzalezv@hotmail.com

domingo, octubre 23, 2005

San Ezequiel Moreno - anécdotas


1. La primera piedra

San Ezequiel puso la primera piedra de la construcción original del santuario de Nuestra Señora de las Lajas en Ipiales. Por defectos de diseño, hubo que reconstruir posteriormente el santuario.

2. Un líder muy popular

San Ezequiel lideró una iniciativa popular para que el nuevo departamento que iba a ser creado se llamara Departamento de la Inmaculada. De haber tenido éxito, nuestros hermanos pastusos no serían nariñenses, sino inmaculados. También lideró en su diócesis una campaña que se estaba adelantando a nivel nacional, con el fin de consagrar la nación al Sagrado Corazón de Jesús. Ésta si tuvo éxito finalmente en el año 1902.

3. Una pluma fecunda

Escribió una regla de vida para todo cristiano, que incluía, entre otras cosas: dormir de seis a siete horas diarias, media hora diaria de oración, misa diaria, oración con el santo rosario, confesión semanal, retiro mensual, etc. Como se ve, esto no lo cumple sino un santo. Aunque no era escritor de oficio, sus escritos llegan a más de mil, incluyendo: cartas pastorales, circulares, opúsculos doctrinales, reglas de vida para comunidades, escritos piadosos, sermones, epístolas oficiales, cartas personales, once cartas a una señorita protestante, etc.

4. Las barbas del santo

Por alguna extraña razón, hizo carrera en la Orden la fotografía de San Ezequiel con barba, pero la verdad es que él no la llevó sino por cerca de un año, estando en Casanare, y no por gusto, sino por necesidad, como lo atestigua con sus propias palabras: “Conveniente sería sacar para mí y los misioneros la facultad de llevar barba y celebrar con ella, porque no siempre se tienen buenas navajas, en primer lugar; y, en segundo, porque hay que viajar en este territorio tan extenso y en los viajes se hace dificultoso el rasurarse; y, por otra parte, va uno más resguardado con la barba de los rayos del sol o del calor, que quema la piel de un modo duro”.

5. ¡Pésimo jinete!

Podría ser muy buen misionero, pero no tan buen jinete. Veamos estas dos perlas en sus propias palabras: “Al subir una cuesta muy pendiente que hay del río Ariporo al pueblo de Ten, el machito se puso en dos patas, ..., y me tiró. Caí entre el macho y las patas de un caballo que venía detrás”. “Un hombrecito con buena voluntad se empeñó en que montase en un macho antes de terminar la cuesta; monté, y en una pendiente el macho no pudo subir, y caímos rodando. Aún me duele algo, pero ya está visto que no es cosa grave”.

6. Una mentirilla piadosa

Hasta los santos dicen mentirillas piadosas. Pillamos a San Ezequiel en una. En carta del 25 de junio de 1905 a una monja, dirigida espiritual suya le dice: “No extrañe el que no la llame ‘hija’, porque a nadie llamo así en cartas”. Sin embargo, muchas de las cartas que escribió a otras dirigidas suyas, como la que sigue, fechada el 6 de mayo de 1900, comienzan así: “Mi amada hija en el Sagrado Corazón de Jesús”. En fin, es de suponer que no quería que la monjita se sintiera menos cercana a sus afectos.

7. Una broma episcopal

Cuenta el padre Aviñonet, quien con frecuencia acompañaba al obispo Moreno en sus correrías por la costa pacífica, la siguiente broma que le jugó el “serísimo” fray Ezequiel: “El Prelado sabía muy bien que yo tenía gran miedo a la víbora. Pues bien, tuve que salir a la puerta del rancho para buscar algo en la canoa. Me sujeté con la mano derecha de uno de los palos que sostenían el rancho, mientras que con la otra alcanzaba lo que había menester. Se dio cuenta el señor Moreno y cogiendo la punta de una cuerda gastada, y sin hacerse sentir, se llegó detrás de mí y me pasó la cuerda por encima de la mano. Lancé un grito escandaloso, y aún recuerdo la carcajada del señor Obispo”.

8. Una travesura santa

La hermana Dominica del convento de la Esperanza de Alfaro nos cuenta esta travesura del niño Ezequiel: “Su hermano Eustaquio era nuestro sacristán, y el pequeño Ezequiel, el chiquito, como lo llamábamos, era monaguillo, que se caracterizaba por lo callado, quietecito y respetuoso. Delicado, como su hermano Eustaquio, nunca tomó un cabo de vela, ni los desperdicios, ni aun el vino que quedaba en las vinajeras. Lo único que una vez tomó, y yo misma lo vi, fue una hostia grande, de las de celebrar, que al pobre chico le apeteció, y fueron muy grandes los apuros que pasó”.

9. ¿Ezequiel o Anita?

San Ezequiel firmó algunas cartas con el seudónimo de “María Anita de Jesús”. Por supuesto, no se trataba de ocultar su verdadera identidad. Era algo que se acostumbraba entre las ligas de hermanos o hermanas espirituales, para compartir expansiones místicas en secreto, sin que hubiera entre ellos o ellas un superior. Firmaban con seudónimo todos los miembros de la denominada Liga Santa, fundada por San Ezequiel en Pasto. También se habrá escuchado que Santa Teresa de Jesús firmaba alguna de sus cartas como “Angela”.

10. Una familia muy religiosa

Su hermano mayor, fray Eustaquio, Agustino Recoleto, estuvo a punto de venir a Colombia, para reemplazarlo a él en Bogotá cuando fue nombrado vicario apostólico de Casanare. Y según estas palabras del santo en una carta personal fechada en Pasto, también vino su sobrino Julián, Agustino Recoleto, más tarde mártir de Motril: “Celebramos la fiesta del glorioso Padre San Ignacio con bastante solemnidad. Predicó mi sobrino, padre Julián”.

Dios en la Constitución política de Colombia


No es cierto, como afirman algunos, que Dios quedó fuera de la Constitución política de Colombia de 1991. Lo que hizo la Carta Magna fue sentar las bases de la secularización, declarando un Estado aconfesional. Lo siguiente es lo que hay en la Constitución sobre Dios y la religión.

"El pueblo de Colombia, en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana, decreta, sanciona y promulga la siguiente":

Artículo 18.- Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.

Artículo 19.- Se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva.Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley.

Artículo 42. ........ Los matrimonios religiosos tendrán efectos civiles en los términos que establezca la ley. Los efectos civiles de todo matrimonio cesarán por divorcio con arreglo a la ley civil. También tendrán efectos civiles las sentencias de nulidad de los matrimonios religiosos dictadas por las autoridades de la respectiva religión, en los términos que establezca la ley.

Artículo 13.- Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.